Cuando somos niños, la dinámica familiar que cada quien vive en sus hogares, nos hace pensar que es lo “normal” y que en todos los entornos familiares es lo mismo; es decir, creemos a pie juntillas que lo que pasa en nuestras casas, pasa en todos lados… así de inocentes y crédulos somos. Y no digo esto para justificarme, sino más bien para que puedas tener el marco de referencia con el cual yo crecí: para mi, era de lo más normal, salir entre semana con mi hermano y mi papá a visitar a alguna de sus “amigas”; y créanme o no, yo en mi mundo, realmente creía que había un lazo puro y sincero de amistad, sin dolo ni malicia, sin alguna otra intención más que la de pasar un rato agradable con aquella persona con quien mi papá departía, junto a mi hermano y a mi.
Repitiendo historias
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